Julio Santiago nos muestra el artificio menos artificial que haya conocido hasta el momento. Con su palabra nos lubrica, dilata y penetra, hasta colmarnos de placer con pequeños detalles cotidianos. Crea un mundo de la nada para reírse del mundo, sin algo o alguien que se lo impida. Su libertad de expresión es infinita y su lengua inquieta e inquietante con los manjares epidérmicos y los cócteles de fluidos corporales.
LUIS EDUARDO AUTE
Fotografía: Jimena Marcos López
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